Existen varias clases de linfomas cutáneos, y los médicos de Miami Cancer Institute saben cómo tratarlos.
Linfoma cutáneo de células T (CTCL)
Si el linfoma cutáneo comienza en las células T, se denomina linfoma cutáneo de células T o CTCL. La mayoría de estos linfomas son de crecimiento lento y no ponen en peligro la vida. Sin embargo, sin un tratamiento adecuado, los síntomas continúan empeorando.
Los tipos de linfomas cutáneos de células T más frecuentes son:
- Micosis fungoide (MF): Aproximadamente la mitad de las personas con linfomas cutáneos tienen micosis fungoide. Es posible que presenten lesiones (manchas en la piel rojizas con descamación), placas (protuberancias gruesas) o tumores (bultos grandes en la piel).
- Síndrome de Sézary: Este tipo afecta la piel, la sangre y el sistema linfático. Causa erupciones y enrojecimiento que pueden finalmente cubrir la mayor parte del cuerpo. Generalmente se desarrolla más rápido que la micosis fungoide y, como se propaga más allá de la piel, es más difícil de tratar.
También tratamos otros subtipos menos comunes de linfomas cutáneos de células T, entre ellos:
- linfoma anaplásico cutáneo primario de células grandes;
- papulosis linfomatoide;
- linfoma subcutáneo de células T similar a la paniculitis;
- linfoma periférico cutáneo primario de células T;
- linfoma cutáneo primario de células T gamma/delta.
Linfoma cutáneo de células B (CBCL)
Los linfomas cutáneos de células B o CBCL comienzan en las células B. Son los más infrecuentes de todos y conforman como máximo el 25 por ciento de todos los casos de linfoma cutáneo.
Los tres tipos principales de linfomas cutáneos de células B son:
- linfoma cutáneo primario de células B de la zona marginal;
- linfoma cutáneo primario centrofolicular;
- linfoma cutáneo primario difuso de células B grandes, tipo piernas.
No existe un tratamiento único para el linfoma cutáneo. Cada tipo requiere enfoques diferentes. Por ello, es tan importante encontrar a expertos que sepan cómo diferenciarlos.