Ciencia

Un trasplante de células madre salva a una joven madre con leucemia

Como la mayoría de los sábados por la mañana para Daymara Cano, el 5 de junio del 2020 comenzó con planes de desayunar con su esposo y sus dos hijos pequeños y luego seguir con las ajetreadas actividades del fin de semana. Pero cuando se desplomó al intentar levantarse de la cama, supo que algo andaba muy mal.

“Había estado un poco cansada, pero pensé que tal vez era porque los niños están en casa, haciendo la escuela en casa, y yo estaba trabajando en casa debido a la pandemia de la COVID-19”, dijo ella. La Sra. Cano, que entonces tenía 35 años, llegó a considerar que había contraído el virus porque había sentido un pequeño bulto en el cuello, un nódulo linfático ligeramente agrandado. “Pero yo estaba completamente bien hasta esa mañana”.

Un diagnóstico inesperado

Su esposo, Ronald, la llevó de inmediato a al Centro de Emergencia de Baptist Hospital. Luego de varias pruebas, la Sra. Cano recibió una noticia que no esperaba. Tenía leucemia mieloide aguda (AML por sus siglas en inglés), un tipo de cáncer de la sangre. No podría asistir al torneo de béisbol de su hijo Adrian en Orlando en julio, ni pintar con su hija, Victoria. En vez, la Sra. Cano fue ingresada inmediatamente en el hospital para comenzar el tratamiento para su enfermedad que era potencialmente mortal.

Cada año se diagnostican unos 20,000 casos de AML en los Estados Unidos, según la American Cancer Society. Aunque la mayoría de los pacientes son adultos mayores, la enfermedad puede afectar a cualquier persona. Los síntomas a menudo se parecen a los de otras enfermedades y pueden incluir fiebre, fatiga, dolor en los huesos y sangramientos inusuales.

“Esta es una enfermedad que requiere un tratamiento muy intenso”, afirma Yuliya Linhares, M.D., jefa de Servicios de Linfoma de Miami Cancer Institute, que  forma parte de Baptist Health. “El tratamiento realmente lleva al cuerpo humano a la altura de lo que puede soportar y requiere una estancia hospitalaria prolongada”.

La AML puede ser agresiva, y a las pocas horas de llegar a la sala de emergencia, la Sra. Cano se sentía bastante mal. Los médicos comenzaron rápidamente el régimen de quimioterapia diseñado para ponerla en remisión. Durante los siguientes dos meses de hospitalización, su equipo de expertos, que también incluía a los oncólogos médicos Lyle Feinstein, M.D., y Talia Zahra, M.D., así como también a Guenther Koehne, M.D., Ph.D., subdirector y jefe de Trasplante de Sangre y Médula y Oncología Hematológica del Instituto, guiaron su atención.

“Es difícil”, dijo la Sra. Cano. “Tuve una mala reacción a la quimioterapia. Y no puedes ver el cielo. No puedes sentir el aire libre. Pero los médicos y los profesionales de enfermería y todo el mundo se esforzaron al máximo en todos los aspectos”.

Se requirió un trasplante de células madre

Afortunadamente, la quimioterapia hizo su trabajo y puso a la Sra. Cano en remisión. “Pero sabíamos que la enfermedad volvería sin el trasplante de células madre”, dijo la Dra. Linhares. Los trasplantes de células madre se utilizan para tratar diversos tipos de cáncer de la sangre y otras enfermedades sanguíneas, como la anemia aplásica y la inmunodeficiencia combinada severa.

Comenzó la búsqueda de un donante. Los hermanos de la Sra. Cano no eran compatibles, lo que significaba que necesitaría un trasplante alogénico, de un donante no emparentado. Se encontró un donante compatible. “No es una compatibilidad perfecta. Normalmente, si no es una compatibilidad perfecta, el riesgo de rechazo y de enfermedad de injerto contra huésped es mucho mayor. En el pasado, no podíamos hacer un trasplante así”, explicó la Dra. Linhares.

Lo que hizo posible el trasplante alogénico de células madre de la Sra. Cano fue el trabajo innovador del Dr. Koehne, que desarrolló una técnica para manipular las células del donante antes del trasplante con el fin de disminuir la complicación de la enfermedad de injerto contra huésped, a menudo dañina y a veces mortal. El pasado mes de marzo, Miami Cancer Institute alcanzó un hito al realizar su trasplante número 100 desde que comenzó su programa apenas un año y medio antes.

El 18 de septiembre del 2020, la Sra. Cano recibió su trasplante. “Cuando infundimos las células madre, están ahí sentadas como bebés pequeñitos en la médula ósea. Toman tiempo para crecer”, dijo la Dra. Linhares. “A menudo lo comparo con la agricultura. Estamos eliminando las células malas y poniendo las nuevas semillas. Las plantas tiernas y nuevas tenemos que cultivarlas”.

Para destruir las células cancerosas mortales, se elimina el sistema inmunológico del paciente, y entonces pueden crecer las células sanas infundidas. Durante este tiempo, los pacientes corren un alto riesgo de infección. Una vez que se considera que están lo suficientemente sanos, deben repetir todas las vacunas que recibieron cuando eran bebés y niños pequeños.

La Sra. Cano, que aún no estaba autorizada para iniciar el proceso de revacunación, contrajo el virus de la COVID-19 el pasado mes de agosto. “Yo estaba muy preocupada”, dijo la Dra. Linhares. “Por eso todo el mundo debe vacunarse”. Además de protegerse a sí mismo, está protegiendo a los pacientes con cáncer y a otras personas con sistemas inmunológicos deficientes. Afortunadamente, el rápido tratamiento con anticuerpos evitó que la Sra. Cano se enfermara gravemente de COVID-19.

Ella toca la campana

Más de un año después de su diagnóstico de ALM, la Sra. Cano vivió otro día que nunca olvidará. El 5 de octubre del 2021, tocó la campana en Miami Cancer Institute, marcando el final de su tratamiento. Rodeada de sus hijos y otros familiares, amigos, médicos y muchos otros miembros de su equipo de atención médica, el momento fue muy emotivo, dijo ella. “Es como un nuevo comienzo. Me han dado esa oportunidad. Miami Cancer Institute es una bendición en mi vida. Al final, hay esperanza”.

La Sra. Cano llamó a la Dra. Linhares su salvadora, y dijo que la amabilidad y la franqueza de la doctora le dieron confianza. La Dra. Linhares, que también es madre, asistió a la ceremonia. “El mero hecho de ver a sus hijos con ella fue muy conmovedor y, sinceramente, me hizo llorar”, dijo ella. “Siempre trato a todos mis pacientes como parte de mi familia. Les digo a mis pacientes que somos compañeros”.

El pronóstico a largo plazo de la Sra. Cano es excelente, y hoy disfruta de nuevo viendo a su hijo, de 11 años, jugar béisbol. Lo siguiente en su agenda es tomar clases de karate con su hija, de 8 años. “Durante casi un año y medio, estuve fuera de sus vidas. Ahora disfruto de las cosas más simples. Aprecio aún más a mi madre y a mi abuela. Eran mi roca. Y mi esposo, es mi mejor amigo. Ese hombre lo hizo todo por mí”.

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