Miami Cancer Institute y una ‘actitud inmensamente positiva’ ayuda a una paciente de linfoma a sobrevivir la lucha de su vida

Para su familia, sus amigos y sus clientes, Kristine Flook es una de las mujeres más fuertes, más valientes y más incesantemente positivas que conocen. Y es precisamente por esas cualidades por lo que está viva hoy, con una gran ayuda Miami Cancer Institute, donde la nativa de Jacksonville, Florida, fue tratada hace varios años de un linfoma agresivo en fase avanzada.

Flook, de 51 años, especialista en bienes raíces comerciales que se mudó a Miami en el 1999 y ahora reside en Belle Meade con su compañera de vida y de negocios, Janet Crucet, estaba tan enferma como se puede estar de cáncer. El problema era que ni siquiera sabía que lo tenía, a pesar de haberse sentido mal durante meses y de que su médico de atención primaria le había sugerido la posibilidad.

La odisea de salud de Flook comenzó en enero del 2019, cuando estaba en una cita de bienes raíces y apenas podía subir las escaleras. “Pensé que podría tener la gripe porque toda la familia de Janet la había tenido y pasamos un tiempo con ellos durante las vacaciones”, dice ella. Flook también tenía otros síntomas: tos persistente, los oídos y la nariz tupidos, falta de sueño y simplemente se sentía mal. “Acababa de ver a mi médico de cabecera en diciembre y todo estaba bien entonces, pero en ese momento me sentía realmente mal, así que volví a verlo”.

Al parecer, sus síntomas no marcaban todas las casillas de la gripe, y el médico de Flook le sugirió que considerara la posibilidad de ver a un oncólogo. “Esa palabra me sorprendió”, dice ella. “¿Qué quiere decir?”, le pregunté. Estaba incrédula”. Tal vez ella también lo negaba, pero la ocupada ejecutiva de bienes raíces siguió adelante como siempre con su vida y su trabajo.

Eventualmente, Flook acudió a un alergista de Aventura, pero éste no vio nada raro. “Me sugirió que viera a un otorrinolaringólogo en el mismo edificio”, recuerda. “El otorrinolaringólogo me sondeó la nariz y detectó algo en la parte posterior, pero no estaba seguro de lo que era”. Le recetó un antibiótico y prednisona, un corticosteroide utilizado para tratar la inflamación y una gran variedad de otras condiciones.

Sin embargo, poco cambió después de haber completado el medicamento, y para entonces Flook había sufrido síntomas de gripe durante tres meses. Entonces, dice, el ganglio linfático bajo su oreja izquierda empezó a inflamarse. “Empecé a pensar que tal vez mi médico de cabecera había tenido razón cuando me sugirió que viera a un oncólogo”.

Fue a ver a los especialistas de Miami Cancer Institute

Una amiga de Flook trabaja en Miami Cancer Institute, que forma parte de Baptist Health. Se ofreció a ponerse en contacto con sus colegas y le consiguió una cita en abril con los médicos que supervisarían su atención, Peter Lee Citron, M.D., oncólogo médico especializado en enfermedades hematológicas malignas como el linfoma, y Lyle Craig Feinstein, M.D., oncólogo médico también especializado en cánceres de la sangre.

Lyle Craig Feinstein, M.D., oncólogo médico, Miami Cancer Institute

Los médicos descubrieron que el historial médico de Flook incluía una enfermedad crónica – la enfermedad de Crohn – y que se había sometido a una terapia inmunosupresora por eso, un régimen que puede hacer que algunos pacientes sean más vulnerables al linfoma. De hecho, Flook fue diagnosticada por el Dr. Feinstein con un linfoma difuso de células B grandes en fase 4, un tipo de linfoma no Hodgkin que se desarrolla cuando el cuerpo produce linfocitos B anormales, los glóbulos blancos que normalmente ayudan a combatir las infecciones.

El Dr. Feinstein le dijo a Flook que necesitaría una biopsia de médula ósea ese mismo día y que tendría que ser ingresada inmediatamente para recibir 30 días de quimioterapia. Ella se quedó en shock cuando escuchó esto. “Le dije: ‘¿Qué? ¡Tengo que trabajar! Tengo que seguir viviendo’. Ni siquiera tuve tiempo de hacer arreglos en casa o en el trabajo”, dice ella.

Peter Lee Citron, M.D., oncólogo médico, Miami Cancer Institute

El Dr. Citron recuerda el estado en que se encontraba Flook cuando comenzó su tratamiento. “Tenía varios focos de enfermedad, como el pulmón, la nariz, la laringe y la tráquea”, dice él. “Su líquido espinal dio positivo para el cáncer, pero la prueba de la médula ósea fue negativa”. Otras pruebas revelaron el carácter extenso de su enfermedad, con afectación de varios órganos y múltiples lesiones óseas, señala.

“Con estos linfomas agresivos, podemos conseguir una remisión completa en alrededor del 70% de los pacientes, pero mantener esa remisión puede ser un reto”, explica el Dr. Citron. “Aproximadamente la mitad de esos pacientes pueden recaer, la mayoría de ellos en los primeros dos años”.

Apoyándose en la quimioterapia, la fe y la familia

Flook recuerda que se sintió aterrada y abrumada, pero aun así, ya se estaba preparando para la lucha de – y por – su vida. “Estaba muy enferma, pero en mi mente no iba a ser derrotada”, dice. Durante su experiencia, se conectó mucho con su iglesia. “Me apoyaba mucho en Dios y rezaba el Rosario varias veces al día. Al mismo tiempo, mi familia me rodeaba de guerreros de oración”. Dice que también fue ungida por su sacerdote con el óleo de los enfermos, un sacramento especial que se realiza en la Iglesia católica para los enfermos graves.

Flook comenzó inmediatamente a recibir un régimen agresivo de quimioterapia, R-EPOCH, utilizado para tratar ciertos tipos de linfoma no Hodgkin, según el Dr. Citron. Este “cóctel” químico contiene diversos fármacos, como rituximab, fosfato de etopósido, prednisona, sulfato de vincristina (Oncovin), ciclofosfamida y clorhidrato de doxorrubicina (hidroxidaunorrubicina). Suele administrarse por medio de infusión durante cinco días.

Después de eso Flook recibió cinco ciclos de R-CHOP, un tipo distinto de régimen de quimioterapia, seguido de tres dosis altas de metotrexato, dice el Dr. Citron. Estas dosis se administraron a través de un puerto Omaya, un puerto temporal implantado en el cerebro de la Flook que permitió a los médicos administrar los agentes quimioterapéuticos directamente en su líquido espinal. “Los fármacos de quimioterapia intravenosa estándar no atraviesan la barrera hematoencefálica, por lo que hay que adoptar un enfoque diferente”, señala el Dr. Citron.

Pateando al cáncer en la cola

El último tratamiento de Flook fue en octubre del 2019; un escán por PET confirmó que tenía lo que el Dr. Citron denomina una respuesta completa. “Le llevó muchos meses recuperar la voz y la respiración, pero ahora ha estado en remisión durante casi tres años”, dice él. “Ahora la vemos cada tres meses, pero yo diría que las probabilidades están a su favor”.

Para celebrar el fin de su tratamiento, Flook tocó la campana ceremonial de Miami Cancer Institute el 15 de noviembre. “Para mi ceremonia de toque de campana, hice una lista de canciones, compré tres botellas de prosecco y creé mi propia pequeña fiesta en Miami Cancer Institute con 15 familiares y amigos”, dice ella. “Me sentí como una valiente guerrera invicta que acababa de dar una patada al cáncer en la cola. Y me sentí bendecida porque el hijo de Dios me había llevado a través de todo esto”.

Llena de gratitud, Flook dice que su compañera, Janet, mantuvo su negocio en marcha mientras también sirvió como su defensora del paciente. “Janet fue muy importante durante todo este calvario”, dice Flook. “Se ocupó del negocio, se comunicó con mi familia y mis médicos, cocinó y me llevó la comida al hospital, me bañó y me ayudó a caminar”, dice Flook. “No podría haber pasado por esto sin ella”.

Al mismo tiempo, Flook atribuye a su equipo de atención de Miami Cancer Institute el haber salvado su vida. “El personal, la tecnología, las instalaciones, todo proyecta ‘ciencia’ y que aquí hay expertos que van a luchar por mi, y eso es exactamente lo que hicieron”, dice ella.

A lo largo de su camino por el cáncer, Flook dice que nunca tuvo una mala experiencia en Miami Cancer Institute. “Hay tanto cuidado y amor compartido allí”, dice ella. “Cada persona -incluso el asistente de estacionamiento – fue siempre tan complaciente y generosa con su tiempo y su atención. Y desarrollé un vínculo muy estrecho con mis profesionales de enfermería y mis médicos. Todavía sigo en contacto con ellos”.

Una cultura de atención compasiva es lo que distingue a Miami Cancer Institute de cualquier otro centro oncológico del país, dice el Dr. Citron, y es una de las razones principales por las que es uno de los centros oncológicos más concurridos de Florida. “Cada miembro de nuestro personal está en sintonía”, dice el Dr. Citron. “Son solidarios, acogedores, serviciales y amables, y son extraordinariamente receptivos y estupendos en la comunicación con los pacientes y los cuidadores”.

Superando el miedo

El Dr. Citron describe a Flook como una paciente especial porque tenía “una enfermedad tan extensa y horrenda” y se ha recuperado “extraordinariamente bien”. Dice que los dos desarrollaron un lazo estrecho durante su larga estadía en el hospital, cuando ella se sometió a la quimioterapia, y que su amistad ha continuado durante los últimos años. “Tiene una personalidad tan simpática”, comenta el Dr. Citron. “Decir que tiene una actitud positiva es quedarse corto. Es inmensamente positiva y muy inteligente”.

En cuanto a Flook, dice que la lucha contra el cáncer consiste en superar el miedo, lo que aprendió que puede ser “súper energizante”, y que fue capaz de tomar una situación terrible y convertirla en algo positivo. “No me pregunté ni una sola vez: “¿Por qué a mí, Dios?””, dice. “Y ahora sé cuál es mi papel: ayudar a otros enfermos de cáncer a atravesar su camino. Cuando me encuentro con personas que tienen cáncer, siempre les tiendo la mano y les ofrezco esperanza y ánimo. Lo he pasado en carne propia y sé por lo que están pasando”.

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