Ciencia

Hay momentos en la vida que te quitan el aliento, como ver a tu hija caminar hacia el altar para casarse con el amor de su vida. Una celebración así es aún más conmovedora si no estabas segura de ibas a estar viva para ver el día de la boda debido a un tumor cerebral canceroso.

Ese fue el caso de la Dra. Silvia Fajardo-Hiriart, pediatra del Sur de Florida, cuyos pacientes la llaman Dra. Silvia.

Unas dolores de cabeza debilitantes que inicialmente creyó que eran migrañas la llevaron a hacerse una resonancia magnética cerca del Día de San Valentín de 2024, que reveló una masa alarmante en el lóbulo temporal derecho. El tumor fue extirpado quirúrgicamente una semana después en Baptist Health Miami Cancer Institute, pero aunque el procedimiento salió bien, las noticias no eran buenas. Era glioblastoma, el tipo de cáncer cerebral más común y el más mortal

“Si miras las estadísticas, si buscas "glioblastoma" en Google, te dicen que la supervivencia media es de 12 a 18 meses”, dice la Dra. Fajardo-Hiriart. “Así que, por supuesto, tenía dudas de poder asistir a la boda de mi hija. Pero recé con todas mis fuerzas para que pudiéramos estar juntas y disfrutar de ese momento tan especial”. También buscó el tratamiento más agresivo posible.

(Watch video: Heart from Silvia Fajardo-Hiriart, M.D., a South Florida pediatrician, and Rupesh Kotecha, M.D., chief of radiosurgery and director of the Central Nervous System Metastasis program at Miami Cancer Institute. Video by Alcyene de Almeida Rodrigues.)

Explorando todas las opciones de tratamiento

Además de rezar con fervor, la Dra. Fajardo-Hiriart dejó claro a todos los miembros de su equipo médico que quería luchar por cada día, cada momento.

“Desde el principio, cuando Silvia recibió el diagnóstico, dijo: ‘Me gustaría recibir cualquier tratamiento disponible, cualquier novedad o cualquier novedad futura. En cuanto esté disponible, avísenme’”, afirma Rupesh Kotecha, M.D., jefe de radiocirugía y director del programa de Metástasis del Sistema Nervioso Central de Miami Cancer Institute.

El primer tratamiento fue la delicada extirpación del tumor por parte del neurocirujano Vitaly Siomin , M.D., director de cirugía cerebrovascular y codirector de cirugía de la base del cráneo de Baptist Health Miami Neuroscience Institute. A esto le siguieron seis semanas de radioterapia, que concluyó con una ceremonia de toque de campana muy significativa para ella y su familia. Sin embargo, la quimioterapia no fue tan suave; luego de una peligrosa reacción grave, fue suspendida. Estudios posteriores mostraron que el cáncer estaba reapareciendo, por lo que se sometió a una segunda neurocirugía con el Dr. Siomin.

La Dra. Fajardo-Hiriart y su esposo, Martin, que también es médico, intentaron ver cualquier contratiempo como parte del proceso. "Prefiero ver el lado positivo", dice. "Es una decisión que tomé —que tomamos juntos— de ir paso a paso".

La Dr. Fajardo-Hiriart eventualmente fue inscrita por sus neurooncólogos de Miami Cancer Institute en un ensayo clínico que utiliza una vacuna mensual para ayudar a su cuerpo a combatir el glioblastoma. Hasta el momento, le ha ayudado a controlar el crecimiento del tumor con efectos secundarios mínimos.

"Afortunadamente, ha participado en múltiples ensayos clínicos en nuestro Instituto. De hecho, desde que recibió el diagnóstico hasta ahora, ha participado en tres ensayos clínicos diferentes en nuestras instalaciones", dice el Dr. Kotecha. "Esto realmente demuestra la importancia de contar con múltiples ensayos clínicos [disponibles] para un tumor tan agresivo, de modo que tengamos una opción cada vez que se enfrente a un desafío".

Un día muy especial

Para la boda de su hija, a finales de abril de 2025, la Dra. Fajardo-Hiriart llevaba casi 15 meses de haber recibido el diagnóstico y se sentía bien. Fue una inspiración para todos los que presenciaron su negación a rendirse.

“Silvia es una guerrera. Tiene una fe firme y una gran autoestima, y eso la ha ayudado a superar múltiples cirugías, radioterapias y terapias sistémicas”, dice el Dr. Kotecha. “Creo que todos podemos aprender de esto. Atenderla es una experiencia muy conmovedora”.

La Dra. Fajardo-Hiriart agradece haber podido compartir ese día tan especial. “Fue una alegría enorme”, dice. “Puedo decir con sinceridad que fue uno de los momentos más felices de mi vida”.

Aunque la boda fue espectacular, la Dra. Fajardo-Hiriart comenta que fue solo una de las muchas experiencias hermosas desde su diagnóstico, incluyendo visitar Disney World con sus nietos y toda la familia. Disfruta de las "citas" con su esposo, reviviendo la magia de cuando se enamoraron hace casi 40 años. Y recuerda con orgullo la labor misionera de su familia para llevar atención médica a zonas pobres de Honduras, Nicaragua y República Dominicana.

"Cada momento debe ser especial y debe apreciarse", dice. "A veces damos las cosas por sentado, a las personas y a las relaciones por sentado. Una de las cosas que me ha enseñado esta experiencia es a apreciarlo todo. La vida es un regalo. Cada momento que tienes es un regalo".

El tratamiento continúa

Al día siguiente de la boda de su hija, la Dra. Fajardo-Hiriart reanudó su tratamiento para el glioblastoma. Las imágenes de diagnóstico mostraron una pequeña recurrencia del cáncer, y el tratamiento se planificó estratégicamente para que pudiera disfrutar de la celebración.

El Dr. Kotecha administró cinco tratamientos con la innovadora plataforma ZAP-X, una de las formas más avanzadas de radiocirugía estereotáctica para el tratamiento de tumores cerebrales. Miami Cancer Institute y Miami Neuroscience Institute fueron de los primeros en adoptar esta nueva tecnología, que utiliza un acelerador lineal giroscópico que gira alrededor del paciente. Con un sistema de imágenes integrado, puede adaptar el tratamiento a la forma de cada tumor con una precisión excepcional y administrar haces de radiación desde miles de ángulos.

La Dra. Fajardo-Hiriart se siente agradecida de que Miami Cancer Institute le haya brindado acceso a esta tecnología y a tratamientos que no están ampliamente disponibles, incluyendo el ensayo clínico de la vacuna.

“Me sentí bendecida por tener la oportunidad de participar en un ensayo clínico, dado que el glioblastoma no tiene cura actualmente y que muchos de los tratamientos que se están desarrollando aún son experimentales”, dice. “Sabes, me dan esperanza no solo ahora — tener acceso a un tratamiento al que no habría tenido acceso hace cinco o diez años — sino que también me ayuda a sentir que estoy contribuyendo a otros pacientes en el futuro y ayudándolos a tener un mejor resultado”.

Está enormemente agradecida de que su equipo del Miami Cancer Institute haya aceptado su deseo de luchar, a pesar de las desalentadoras estadísticas.

“Probablemente menos del 1 al 5 por ciento se convierten en lo que llaman 'sobrevivientes a largo plazo', personas que viven más de tres años. Estaba decidida a estar en ese grupo”, dice. Recuerda haberle dicho en broma al Dr. Kotecha que era una persona sobresaliente y que quería ser la mejor de su clase. Él sabía que no era broma.

“Me miró con un tono muy compasivo pero serio, y me dijo: ‘Nuestro equipo hará todo lo posible para ayudarte a lograrlo’”, cuenta. “No tienes idea de lo mucho que significó para mí contar con un equipo de profesionales tan calificado y competente, tan compasivo que estaría dispuesto a acompañar a sus pacientes y luchar con ellos, sin rendirse”.

Encontrando la alegría cuando el futuro es incierto

La Dra. Fajardo-Hiriart, que es profundamente religiosa, tiene un lema favorito: “Mi alegría no se define por mis circunstancias”.

Afirma que su fe la guía en todo y que ha llegado a aceptar que existe un gran plan que quizá no comprenda. Agradece sus bendiciones y anima a su familia a mantener una actitud positiva. “Todos los días nos despertamos, damos gracias a Dios”, dice. “Nos vamos a dormir, damos gracias a Dios: por estar aquí, por estar juntos, por estar vivos”.

Espera estar presente para conocer a sus futuros nietos y verlos crecer. Incluso visualiza futuros viajes médicos misioneros y sueña con establecer una clínica en otro país para atender a personas necesitadas. Al mismo tiempo, es realista; conoce sus posibilidades de supervivencia a largo plazo. Así que lo pone todo en manos de Dios y aprovecha al máximo cada día.

“Creo que cuando te dan un diagnóstico 'terminal', es una oportunidad para detenerte y examinar tu vida, para analizar realmente qué es importante. En mi caso, son Dios y mi familia”, dice.

Al compartir su historia, su alegría y su fe, espera ayudar a otros a aceptar los giros inesperados que la vida puede dar.

“Sabes, nadie tiene nada garantizado en esta vida. Casualmente me diagnosticaron cáncer”, dice. “Siento que es importante para mí compartir con los demás que hay esperanza, sin importar el diagnóstico que te den, sin importar la situación en la que te encuentres. Siempre hay esperanza; nunca, jamás, hay que rendirse”.

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