Fishermen’s Community Hospital: se levanta de los escombros del Huracán Irma
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Cuando el Huracán Irma arrasó por los Cayos de Florida en el 2017, dañó o destruyó más de 4,000 hogares, mayormente entre los Cayos de Cudjoe y Marathon, donde la tormenta de Categoría 4 también causó daños severos al edificio de 60 años de Fishermen’s Community Hospital, forzándolo a cerrar sus puertas.
“Después de la tormenta fue una cosa horrible, abrumador. Nuestra comunidad resultó destruida. La gente estaba viviendo en tiendas de campaña, en hoteles. Algunos estaban viviendo en sus carros”, recuerda Candy Fincke, vicepresidenta de servicios profesionales para Fishermen’s Community Hospital y Mariners Hospital, entre lágrimas. “Fue muy duro. Muchos de nuestros empleados perdieron sus hogares, pero aún venían a trabajar. Pusieron a un lado sus propios problemas para ayudar a los demás”.
Para Baptist Health, quien había comprado Fishermen’s Community Hospital pocas semanas antes de la llegada de Irma, devolver el hospital a su función era algo esencial.
“Reconstruir el hospital por completo después que fue dañado por el Huracán Irma era una necesidad absoluta para la salud de nuestra comunidad”, afirmó Cherie Dunford, R.N., quien nació en Fishermen’s hace casi 40 años y ha trabajado ahí la durante la mayoría de su vida adulta. “Sin tener acceso rápido y cercano a la atención médica, eso podría poner muchas vidas en peligro”.
La preocupación por sus vecinos fue lo que trajo a Dunford de regreso a Fishermen’s casi inmediatamente después del paso de Irma. Al regresar a su hogar luego de haberlo evacuado para la tormenta, ella y su familia encontraron la mayoría de sus pertenencias destruidas y su casa inhabitable debido a los daños severos causados por las inundaciones. Durante el siguiente mes, vivieron en una estación de bomberos hasta que pudieron mudarse al apartamento de unos amigos.
Aun así, y al igual que muchos otros empleados de Fishermen’s Community Hospital que pusieron a un lado sus dificultades para servir a la comunidad, Dunford estaba ansiosa por regresar al auxilio de los demás. “Yo quería tener algún tipo de normalidad y poder ayudar a la comunidad”, recuerda ella. “La gente de nuestra zona verdaderamente necesitaba un hospital. Necesitaban atención médica”.
Mike Mathias, quien ha trabajado en Fishermen’s desde el 1970, lucha para encontrar las palabras para describir lo que vio adentro del viejo hospital después del paso del Huracán Irma. Como supervisor de instalaciones en Fishermen’s, él fue uno de los pocos empleados a quienes se les permitió entrar al edificio después de la tormenta. Él se alegra de que los demás no tengan esas imágenes en su memoria, especialmente porque el lugar era, para muchos empleados como él, un hogar tanto como un empleo. “Se me partía el corazón”, recuerda el Sr. Mathias, quien también perdió su hogar y todas sus pertenencias en la tormenta. “Había daños por inundación por todas partes. Las ventanas se las había llevado el viento. Había grietas en el edificio, daños severos al techo. Y el olor a moho – es difícil describirlo”.
Fishermen’s no es sólo una parte integral de los Cayos Medianos, pero también ha sido un ancla en la vida del Sr. Mathias. Su difunta esposa por 47 años, Nancy, también trabajaba ahí en el departamento de fisioterapia. “Tuvimos muy buenos tiempo, eso es seguro”, dice él. “Los empleados todos éramos muy unidos. Jugábamos voleibol en la playa, teníamos picnics y fiestas de navidad. Íbamos juntos a la bolera. Éramos como familia”.
Germaine Shannon, R.N., residente de Marathon por muchos años, pasó casi toda su carrera en Fishermen’s, comenzando como ayudante cuando estaba estudiando enfermería en Keys Community College en el 1994. Hoy es la supervisora de turnos del hospital, supervisando a los empleados y el flujo de trabajo de atención a los pacientes.
Antes de que tocara tierra el Huracán Irma, ella y su esposo habían evacuado los Cayos, como fue dirigido por las autoridades. Cuando al fin pudieron regresar, se quedaron en shock. “Fue devastador ver lo que había ocurrido”, recuerda ella. “Había tanta tierra y suciedad y arena por todas partes”. El hospital había resultado demasiado dañado como para reabrir, recuerda ella. Pero se sintió aliviada cuando Baptist Health inmediatamente se movilizó para mantener los servicios de salud en la zona después de la tormenta.
Al principio había inquietudes de que Baptist Health, que acababa de comprar el hospital sólo semanas antes, se pudiera retirar de la comunidad, con tantos retos por delante. “Después de la tormenta, todo el mundo estaba en duelo”, dice Shannon. “Qué hubiera hecho la gente si Fishermen’s no hubiera estado ahí? Teníamos que tener un hospital – teníamos que tenerlo”.
Sin embargo, cuando el CEO, Rick Freeburg, reunió a los empleados en el estacionamiento para delinear los planes para continuar sus servicios, había una nueva sensación de confianza. “Yo supe en ese momento que íbamos a lograrlo”, dice Shannon. “Iba a ser una gran transición, pero yo sabía que íbamos a estar bien”.
A pesar de las condiciones extraordinariamente difíciles, Fishermen’s resumió sus servicios médicos 16 días después de Irma en un hospital de campo de carpas y tráileres instalados en el estacionamiento. Poco después comenzó la construcción de un hospital modular temporero en el mismo lugar, que abrió sus puertas un año más tarde y que ha servido las necesidades de la comunidad mientras la instalación permanente es construida en el mismo lugar. Una vez abra este verano, el hospital modular será removido del sitio.
“La comunidad ha estado bien servida por el hospital modular”, dice Fincke, “sin embargo, la meta real – el sueño – es el nuevo y moderno edificio de $43.7 millones que pronto se convertirá en el hogar permanente de Fishermen’s Community Hospital”.
Cuando Shannon y sus compañeros de trabajo vieron caer la última pared del viejo hospital para abrir espacio para la nueva estructura, muchos de ellos lloraron. “Teníamos sentimientos mixtos porque sabíamos que íbamos a tener un nuevo hospital con lo mejor de lo mejor”, recuerda ella, “pero fue algo muy emotivo. Yo había trabajado allí por mucho tiempo”.
Shannon grabó esos momentos en su teléfono para compartir con su madre, que también trabajó en Fishermen’s, pero se mudó de los Cayos al retirarse. “Había tanta historia en ese edificio”, dice ella. “Pero la vida nos presenta desafíos y seguimos adelante”.